Del Corriere del Mezzogiorno

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26 junio 2012. De Anna Paola Merone Nápoles. La de ayer ha sido una jornada frenética para Carlos y Camila de Borbón. El príncipe y la princesa de las Dos Sicilias están desde hace algunos días en Campania para una serie de visitas oficiales y privadas. La delegación regional de la Sagrada Orden Constantiniana de San Jorge, encabezada por Pierluigi Sanfelice de Bagnoli, ha desenvuelto un trabajo perfecto que precedió la llegada de los borbones que visitaron Caserta, Capri, Salerno y Nápoles para encontrar al público, y presenciar investiduras y ceremonias oficiales. El primero de los compromisos fue ayer, la concesión de los honores de Comandante de la Sagrada Orden Militar Constantiniano de San Jorge, al primer ciudadano de Salerno, Vincenzo De Luca. «Encontré un alcalde combativo -cuenta el príncipe- muy determinado. Ha sabido dar a Salerno tantas primacías, entre las cuáles se encuentra la de la recolección diferenciada. Y además ví una rambla (paseo) mucho más linda que la última vez que estuve en Salerno, hace al menos diez años. Quedé impresionado» ¿Y a Nápoles cómo la encontró en comparación de su última visita? Algo mejor. Hay menos basura y además el hecho de que haya menos coches en el paseo creo que ayudará al turismo. Alteza, usted hablaba de primacías. Pero aquellas que fueron garantizadas por los Borbones parecen perdidas en la memoria. Pietrarsa está olvidada, el Palacio Real se encuentra en malas condiciones, el Real Sitio de Carditello será subastado y la «Villa comunale» (jardín público) no se asemeja, ni siquiera lejanamente, al paseo borbónico. Entre éstas cosas incluyamos también al «Albergue de los Pobres», una importante institución hecha por los borbones que está allí, olvidada. O el «Pontificio Real de Scafati», donde estuvimos hace un año. Son todas situaciones difíciles y créame, feas. Se habla sólamente del ferrocarril Nápoles-Portici, pero habría muchas otras cosas que defender. Con mi mujer vimos en la televisión, desde París, que el sitio de Carditello se encuentra en una situación de degrado y que ahora está en venta; va a ser subastado. Esperemos que el Estado ejerza el derecho de evaluación y se decida a poner freno a esta negligencia. Me doy cuenta que una gran parte del patrimonio artístico de Italia está en una situación difícil. Sería factible un proyecto bien hecho para relanzar, no sólamente los sitios borbónicos, sino también toda una estructura de gran valor cultural y por lo tanto también turístico. ¿Usted que propone? Yo convertiría cada sitio en un museo. Quizás con una tienda vecina para crear actividades económicas. Se necesita sólamente tener una visión. Para nosotros es difícil desde lejos hacer cosas concretas. También el Gobierno através del Ministerio de Cultura, y por medio de una serie de conocidos internacionales nuestros, se podría realmente hacer mucho. ¿Por dónde comenzaría? «Por instinto, le diría que sería auspiciable imaginar un recorrido de las excelencias del Sur. Podría durar incluso tres semanas, para turistas realmente decididos a descubrir el Sur. Pero el proyecto no es suficiente. Se necesita voluntad política» La princesa Camila interviene. «Es una vergüenza que no se pueda apreciar el valor de las estatuas, plazas y monumentos. Están realmente en mal estado de conservación. Se necesitaría un proyecto que se basará en un negocio y pasará por una serie de sinergias. Acabamos de llegar de Capri y ahí todo funciona porque existen los mecanismos justos, además de una belleza innegable. Mi hija Maria Carolina apagó las velitas por su cumpleaños –caso único en el mundo- en la Gruta Azul. Y creo que las niñas no olvidarán este momento. Así como no olvidarán la Regia (Palacio Real) de Caserta. Sí cada sitio fuera explotado en la manera adecuada, tendría un gran valor. Apulia, por ejemplo, está llena de tesoros que nunca han sido puestos en evidencia. Todo podría formar parte de este proyecto. Tal vez también relanzando el Sur a través de su cocina llamando a un chef como Alain Ducasse, permitiendo así la llegada del turismo internacional de alto nivel. ¿Sabe que las telas de San Leucio que tenemos en nuestro apartamento de París dejan sin palabras a todos nuestros invitados? Sin embargo no existen proyectos adaptos. Hemos pensado junto a el Almirante de la OTAN, Clingan, que nos ha contado sobre la fragilidad de Gaeta. Que está al centro de un lindo proyecto de recuperación, más sin embargo no cuenta con bases sólidas. Pero Príncipe, ¿el Municipio de Nápoles alguna vez lo ha involucrado de alguna forma, en la selección de una estrategia? No, nunca he recibido una invitación de forma concreta no obstante a los lazos viscerales y muy profundos que me unen a Nápoles. Quizás haya una especie de timidez. Se piensa que llamándonos sea releída la historia. Es quizás una parálisis. Nosotros no queremos criticar la situación actual, ni proponer una relectura de la historia. Pero estamos prontos para emprender proyectos y para razonar sobre las propuestas. Para quien lleva este apellido es un deber. Mis antepasados han hecho tanto y yo, si tuviera la posibilidad, sin dar fastidio a nadie, podría a su vez hacer mucho» La Princesa hace un tiempo había hablado de un posible rol de Embajador Cultural del Sur. «Es verdad. Pero sin ningún interés personal. Sólamente por el deber que motiva a un Borbón». ¿De todos los sitios borbónicos hay alguno que a usted le importe más? Esta és realmente una pregunta difícil. En Santa Clara están sepultados mis padres y María Clara es también el nombre que le hemos dado a nuestra segunda hija. Capodimonte es un lugar extraordinario y por otra parte bien conservado. Ahí está toda la herencia de la dinastía Farnesio. También San Leucio, modelo ejemplar de una organización social y el Albergue de los Pobres, una institución a la vanguardia para la época. Un lugar gigantesco que ahora se ha perdido en el giro de miles de administraciones diversas. Se podría haber hecho, como habíamos proyectado una decena de años atrás, un lugar para estudiosos de distintas áreas. Estábamos listos incluso con becas de estudio. Pero todo terminó en la nada. La verdad es que se podría repartir desde los sitios borbónicos para crear un mecanismo virtuoso entre el sector público y el privado. Alteza, como apasionado de la vela, ¿qué opina sobre las regatas organizadas en Nápoles? «Las seguí desde lejos, teníamos compromisos en el exterior. Y estoy complacido por el hecho de que Nápoles haya sido protagonista en todas las televisoras del mundo. Claro que estas manifestaciones, como la Fórmula 1, llegan como en una caja. El paquete se abre y cuando todo termina, se llevan todas las cosas, sin dejar nada al territorio. De todas formas el año próximo me gustaría estar presente».