El Real Sitio de San Leucio
El Real Sitio de San Leucio es más que un sitio borbónico porque representa una revolucionaria institución socio-económica.
En los años 60 Fernando IV eligió este área después de los trabajos en el Palacio Real de Caserta. El joven Soberano amaba residir en Caserta todavía porque los alrededores le permetían dedicarse a la caza. En 1789 el Soberano escribió en su diario: «En el magnífico palacio de Caserta, iniciado por mi augusto padre, seguido por mí, no pude encontrar el silencio y la soledad adecuado para la meditación y reposo espiritual; sino otra ciudad en el centro del campo, con las mismas ideas de lujo y magnificencia de la capital, de modo que, en busca de una ermita más aislada y que fuese casi solitaria, me encontré con el cerro de San Leucio el cual juzgué ser un lugar adecuado. De ahí el origen de la colonia.» Establecido en San Leucio, en 1773 ordenó la construcción de un lugar de descanso durante la actividad venatoria, llamado “Vaquería”. En 1778 pasó algo trágico: el príncipe heredero Carlos Tito falleció allí.
Los dos Soberanos, desconsolados abandonaron el sitio. Incluso a esta situación el Rey decidió sacarle un lado positivo. Cerca de la Vaquería estaba el viejo casino baronal de los Acquaviva. La idea de Fernando fue genial. Encargó al arquitecto Francesco Collecini, discipulo de Vanvitelli ampliar y convertir en Palacio Real-hilandería la construcción de Belvedere, y posteriormente edificar un gran sitio de hilanderías textiles, una ciudad-industria con obreros, ordenanzas y normativas de trabajo.
Las primeras hilanderías se encontraban en el mismo edificio. Después, en 1805, se edificó la Hilandería de los Cipreses, ampliada en 1823 con una estancia superior para custodiar los capullos de los gusanos.En el edificio estaban las viviendas del administrador de la empresa y del párroco, la escuela, los talleres para hilar y tratar la seda, las habitaciones de la tintorería, la vivienda de la maestra y del director de las máquinas.
En el piso superior el apartamento real está conectado por un pasillo con la habitación de los telares.
En el piso superior también se encontraban la sala de baile, la cama de la Reina pensada como termas con una gran tina oval de piedra de Mondragone incorporada “calidarium” con agua caliente gracias a un estufa en el vano inferior y decorada con paredes pintadas por Philip Hackert [Obra de referencia: Il Real Sito di San Leucio, por R.M SELVAGGI, en Album de familia. L’iconografia borbonica, Associazione Culturale Campania 2000, Arti Grafiche Sud, Nápoles, pp. 9-15.].
El Rey quiso obreros para las hilanderías con tanta persistencia que creó una especie de Ciudad-Estato con reglas y ordenanzas. En su libro Fernando IV expresa su interés en la educación de los hijos de los obreros, sumantenimiento y la serenidad por trabajar sin problemas para que cada mujer y cada hombre vivan con dignidad sin dejarse llevar por el ocio, que es a fin de cuentas el padre de los vicios.
Fijaba reglas de vida y trabajo comunidario que hicieron de San Leucio el primer intento de socialismo agrícola de estampa alumbrada, aunque el espíritu de Fernando se caracterizaba por el paternalismo real. El Rey escribió: «(…) Estas norma y las leyes que deben ser observadas por los habitantes de San Leucio que a partir de ahora deben considerarse como una familia es lo que aquí me propongo y detallo, más en la forma de un Padre que educa a sus hijos que como un legislador controlando a sus súbditos.» [En:. p. 14].
Estas ordenanzas eran numerosas y también regulaban la vida diaria:
- Igualdad: «Nadie tiene que diferenciarse de los demás a excepción de ejemplos ejemplares de modales y excelencia en la artesanía.»
- Bodas: edad no inferior a los 20 años (hombres) y a los 16 años (mujeres) y sobre todo: «los padres no deben mezclarse para nada en los asuntos de los jóvenes, ya que es su libre elección.» La dote quedó abolida por el Soberano que se interesaba personalmente por ella.
- «El objeto de esta sociedad es que todos sean capaces de permanecer aquí»: las leyes eran rigidas para quien se casaba fuera porque tenía que dejar la colonia. Para los hombres que se casaban con mujeres “extranjeras” que querían vivir en San Leucio la regla era que, en primer lugar, éstas tenían que aprender el oficio.
- Instrucción: obligatoria «para llegar a ser un buen hombre y un buen ciudadano.»
- Salario: según el mérito que «disfrutamos aquí de los mejores artistas nacionales y extranjeros.»
- Herencia: la única sucesión era de padre a hijo. Cuando faltaban los herederos, los bienes se destinaban al Monte de los Huérfanos.
- Gobierno: elección democratica por lo jefes de familia de 5 entre los más sabios y prudentes.
- Medídas sociales: casa de los enfermos, caja de la caridad subvencionada con una tasación sobre el rédito y libres aportaciones, que cuidaba a los desventurados hasta el entierro con sufragios religiosos. Lucha contra los evasores respondidos con desprecio público.
- Justicia: ejército interior que expulsaba en caso grave y llamaba a la justicia estatal en crímenes penales comunes.
- Trabajo: la jornada de trabajo era de 11 horas diarias. En los mismos años los obreros ingleses no tenían ganancias y trabajaban durante 16 horas diarias como los chicos. En San Leucio, además, no existía diversidad en el salario entre hombre y mujer.
Después de 1860, el sitio se quedó desamparado y se intentó borrar la memoria: «Los 780 lirios de plata dorada que formaban parte de la magnífica decoración del Salón del Trono del Palacio Real de Nápoles, que salió de esa planta, fueron secuestrados por parte de los funcionarios de la Casa de Saboya y quemados el 14 de septiembre 1861. Las 20 libras de plata obtenida entonces serán vendidas por un puñado de ducados.» [p. 15.].