Moneda
A la llegada de Carlos de Borbón al Trono de Nápoles, en 1734, la unidad monetaria de base era el ducado [Obra de referencia: La monetazione napoletana da Carlo a Francesco II di Borbone (1734-1860), por M. PANNUTI, publicado por Museo Gaetano Filangieri, Nápoles 1975], una masa de plata del peso de cerca gr. 22 y que contenía 9/10 de fino y 1/10 de liga (cobre).
El ducado se dividía en 10 carlinos, cada uno compuesto por 10 trigos, cada uno de los cuales de 12 caballos.
El ducado también existía como moneda de oro, aunque ya no se acuñaba desde 1649.
La monetización bajo Carlos de Borbón
Por cuánto concierne la monetización de oro, apenas subido al Trono, Carlos continuó en Sicilia la acuñación de pequeñas monedas áureas, como en el pasado, mientras queen Nápoles prefirió – a causa del notable aumento con respecto del pasado de la relación entreel oro y la plata (1 a 14½) – emitir múltiples del ducado de oro, es decir ducado de 2, de 4 y ducado de 6, al título de 21¾, es decir con 906 milésimos de fino.
El ducado de 6 fué también llamado onza napolitana, para distinguirlo de las onzas de Sicilia, en cuanto éstas tenían la mitad del peso, y por lo tanto del valor, de aquellas napolitanas.
Fueron acuñadas monedas áureas desde el 1749 y hasta el 1756.
Para la monetización de plata, él continuó las acuñaciones de grandes piezas de plata: las láminas (gr. 25,61) del valor de 12 carlinos ó 120 trigos y su mitad, donde se lee el lema “De Socio Princeps” (“De Aliado a Soberano”), una evidente alusión al hecho de que el Reino de Nápoles, antes “virreino habsbúrgico y provincia española”, había llegado a ser una nación independiente y soberana a todos los efectos.
Estos trozos, del título de cerca de 900 milésimos, se emitieron desde el 1734 y hasta el 1736. En el 1747 siguió una emisión conmemorativa del nacimiento del primogénito, el Príncipe Felipe: se acuñaron dos monedas artísticas– una lámina y una media lámina – que tenían en la cara los bustos de Carlos y de María Amalia y al reverso a una mujer sentada, que tenía en el brazo derechoa un niño; en el círculo estaba el lema “De firma Securitas”, a subrayar la certeza de la continuación de la familia, y por lo tanto de la independencia del Reino.
A partir del mismo año, y hasta el 1749, se retomó la acuñación de las láminas y las medias láminas, que llevaron la inscripción “De Socio Princeps”, mientras que desde el 1750 expusieron el busto del soberano dirigido hacia la derecha.
Además hace falta recordar los carlinos y los medios carlinos del valor de 5 trigos, conocidos popularmente como “cingranella”, sobre los que esta representada al reverso la Abundancia en actitud de esparcir monedas.
Por cuánto atañe la monetización de cobre, se acuñaron la “pública” ó 3 torneses, el trigo ó 12 caballos, los 9 caballos, el tornese ó 6 caballos, los 4 caballos y los 3 caballos.
La monetización de Fernando IV
Siendo largo el reino de este soberano, hay tres períodos, en función de las fases históricas.
En la primera (1759 – 1799), la más larga, pacífica y rica, Fernando continuó la monetización áurea iniciada por el padre, con la emisión de piezas de 6, 4 y 2 ducados con el mismo peso y título (quilates 21¾) establecidos por Carlos.
¡La acuñación áurea duró hasta 1785 y fue enorme, más de 3 millones de piezas! Las efigies del soberano son varias y diferentes de posición y edad, de su niñez a la madurez.
Por la monetización de plata, la primera moneda fue una media lámina de 1760, dicha también “pupilar” (Fernando tenía sólo 9 años). Siguieron dos láminas juveniles (1766 y 1767), luego, una de 1772 conmemorativa del nacimiento de la primogénita María Teresa, en cuyo al derecho hay los bustos de Fernando y María Carolina, y, al reverso, una mujer sentada, que lleva sobre sus rodillas a un infante; en el escenario el Sebeto, el Vesubio y el mar con un barco; en el círculo, el lema “Fecunditas”.
Otras dos láminas conmemorativas se acuñaron en 1791, en memoria del viaje a Austria efectuado por los Soberanos que acompañaron a las dos princesas María Teresa y María Luísa, futuras novias de los Archiduques de Austria Francisco y Fernando, hijos del Granduque Leopoldo.
La primera, más rara, presenta al derecho los bustos de los soberanos, y, al reverso, el Sebeto y Partenope en acto de sacrificar sobre un altar; en el escenario, el Vesubio, en el círculo, el lema “Pro Fausto Reditu P.P. Vota Soluta” (los votos cumplidos por el regreso de los soberanos).
La segunda presenta el mismo derecho, pero, al reverso, hay 4 signos zodiacales (Libra, Escorpio, Sagitario y Capricornio), es decir los de los meses siguientes a la salida de los soberanos. Estas dos láminas como todo aquellas siguientes (láminas, medias láminas, ducados y medios ducados, taros y carlinos) se acuñaron al título de 833/1000, es decir contenían 5/6 de fino y 1/6 de liga: fueron por tanto menos “buenas” que las anteriores.
Antes de los acontecimientos de 1799 (la fuga de la Corte de Nápoles a Palermo por la invasión napoleónica que condujo a la República Partenopea) hubo una emisión de láminas con el milésimo 1799, emisión retomada en el julio al regreso de los soberanos a Nápoles.
Cuánto al cobre, se continuó la emisión establecida por Carlos; en los años Noventa, se acuñaron tres nuevas monedas múltiplas del trigo: el 10 torneses (5 grano), 8 torneses (4 dineros) y el 5 torneses.
En la segunda fase de su Reino (julio de 1799 – 1806), Fernando empezó acuñando las láminas en plata con los milésimos 1799, 1800 y 1802, y luego 1804 (muy raras); por fin en 1805, acuñó una artística lámina y una media lámina. En relación con el cobre, suspendió el 10, el 8 y el 5 torneses, y acunó las monedas de 3 y de 2 grano, es decir el 6 y el 4 torneses con la efigie del Soberano, y tan incluso el trigo de 1800 [«Moneta di esimia rarità», la define Pannuti (p. 10)], el 9, el 4 y el 3 caballos.
Las monedas de 1805 fueron las últimas a llevar la sigla del maestro de la casa de la moneda.
Por fin, en ella tercera y última parte de su reino (después de la caída de Murat), Fernando hizo enseguida acuñar una bonita lámina, un gracioso carlino y una elegante y rara media lámina.
En 1816 fueron acuñados un 8 y un 5 torneses de cobre «di fattura molto più curata, pregevole come disegno, incisione forma e peso» [p. 11].
Con la unificación de los dos Reinos de Nápoles y Sicilia en uno único (“De las Dos Sicilias”), el 20/IV/1818 se publicó una ley con la que se abolía la relación legal entre las monedas en los tres metales, y que estableció como unidad de base del sistema monetario el ducado de plata, correspondiente a gr. 22,94 al título de 833/1000, o sea con 5/6 de fino y 1/6 de liga. Las futuras monedas de oro sólo habrían tenido curso fiduciario y tenían que acuñarse con oro casi puro, y precisamente al título de 996/1000. Se reconoció además valor nominal a las monedas introducidas por la República Partenopea y por Murat. En fin se acunaron por la primera vez tres bonitas monedas de oro puro.
En relación con la monetización de plata, se tuvieron acuñaciones de láminas, de una media lámina, de un raro tarì y de un carlino: todos llevaron el milésimo 1818 a recuerdo de antedicha ley.
Se emetieron los 10 torneses o 5 grano de cobre [«Grande e bella moneta». p. 12], el 8, el 5, el 4 torneses y el tornese, con variantes muy raras.
La monetización de Francisco I
Continuó la monetización áurea de los ducados: 30, 15 (muy raro), 6 y 3. El 6 y el 3 presentan al reverso el genio borbónico alado. Se acuñaron la lámina, la media lámina, el tarì y el carlino de plata.
En cobre, los 10, los 5 torneses y el tornese, cuyo añadió el trigo, después de 25 años.
La monetización de Ferdinando II
Su monetización fué muy vasta: hizo acuñar monedas de oro (56), de plata (125 entre láminas, medias láminas, tarì, carlinos y, a partir del 1836, también añadió el medio carlino) y de cobre (7 entre 10, 5, 3, 2 torneses y el tornese y medio tornese) en casi todos los años de su reino, y también añadió la acuñación de otros nominales a los que fueron emetidos por los antepasados.
El sistema monetario de Francisco II
En su breve reino, no acuñó monedas áureas por culpa de la exasperante lentitud de trabajo de incisión de los maestros de la casa de la moneda, solamente 2 de plata (la lámina y el tarì) y el 10 y el 2 torneses de cobre.
Durante su exilio en Roma, quiso seguir acuñando para confirmar su soberanía: produjo trozos de 10 torneses que presentaron leves diferencias de los del pasado.
Como afirma M. Pannuti, «Questi pezzi, pur essendo contraffazioni, non possono essere considerati falsi, in quanto emessi dal sovrano, sia pure spodestato» [p. 13.].